martes, 24 de marzo de 2009

La ley de Don Pippo.

Quizá muchos hayan echado y echen de menos a un equipo en la actual Liga de Campeones. Nada menos que el segundo mejor equipo en la historia de la competición, con siete títulos en su haber, el último, hace no mucho. El A.C. Milán no fue capaz ni de colarse en la previa, y no ha sido capaz de pasar de octavos de final en la Copa de la UEFA, un ejemplo más de la mediocridad en la que el fútbol italiano se encuentra inmerso. Pero, lo poco usual que es que el Milán no esté en Champions se ve reflejado en la tabla de máximos goleadores. Gerrard, Klose, Messi, Lisandro… Hay algo raro. Falta alguien. Un histórico que sigue dejando su huella en el fútbol transalpino. Quizá no sea el mejor, ni el más espectacular, ni el más “mediático”.


Filippo Inzaghi, sexto máximo goleador de la historia de la Liga de Campeones (46), máximo goleador italiano en dicha competición y máximo goleador de la historia en competiciones europeas, alcanzó el gol 300 de su carrera hace un par de semanas en el partido que enfrentaba al Milán con el Siena. Goles empezó a enchufar desde que debutó en la Serie A con el Parma en 1995. Una temporada en la Atalanta le sirvió para explotar y para que la Juve se hiciera con él y consagrarse como un delantero insaciable.



Pippo en su etapa en la Juve junto a su hermano Simone



Fue en la Vecchia Signora donde hizo sus mejores registros goleadores, y donde ayudó a lograr la Liga en 1998. Pero ha sido en Milán donde ha alcanzado la verdadera gloria en forma de títulos. Una Serie A, una Coppa, una Supercoppa y, sobre todo, dos Supercopas de Europa, dos Mundiales de clubes y dos Copas de Europa. De ellas, una lleva grabado su nombre, la del 2007. Los dos goles que hizo en Atenas en la final contra el Liverpool le llevaron directamente a los libros de historia del Milán junto a jugadores como Gianni Rivera o Van Basten. Es el momento cumbre de su carrera, casi un año después de su otro gran hito: la victoria en el Mundial del 2006 con la selección italiana.



Sin un gran disparo de media distancia, sin un remate de cabeza portentoso, el oportunismo y el hambre de gol han hecho de Inzaghi un delantero que ya ha entrado en los anales de la historia del fútbol europeo. Unos registros goleadores envidiables y un palmarés, tanto en clubes como en su selección, espectacular que, sin embargo, no le ha servido para llevarse ningún reconocimiento individual en forma de Balón de Oro o FIFA World Player. De todos modos, enhorabuena, Pippo. Y que metas muchos más.




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