martes, 16 de marzo de 2010

Y de repente, la Champions


De puntillas, casi de forma inesperada. Así vuelven los octavos de final más largos de la historia de la Liga de Campeones. Justo hace un mes se inauguraban con el inicio del fin de la superproducción (en Europa), y mañana acabarán con el partido del F.C. Barcelona. Un mes y un día de eliminatoria, cuya atracción no ha sido, ni mucho menos, la de años anteriores.


 La nueva fórmula inventada por Platini, que alarga la primera ronda eliminatoria durante cuatro semanas. dicen que está destinada a dar un mayor descanso a los jugadores. Lo que se esconde detrás son los ya habituales intereses televisivos, que permiten a los detentores de los derechos de cada país a televisar más partidos por ronda. En la ida, TVE televisó los partidos de Madrid y F.C. Barcelona, mientras que las autonómicas se tuvieron que conformar con el partido del Sevilla y el Oporto-Arsenal para llenar el cupo. Cuatro partidos de los ocho. Los otros cuatro fueron emitidos por GolT. Lo mismo ocurre en la vuelta: el Real Madrid fue emitido por las autonómicas, el Sevilla-CSKA en TVE y el F.C. Barcelona también por autonómicas.

 
Con el modelo antiguo, que concentraba toda la ronda en dos semanas consecutivas, sólo se hubieran podido emitir en abierto cuatro partidos, dos en la ida y dos en la vuelta. Además, dado que GolT sólo tiene un canal, sólo podría haber emitido cuatro partidos en directo. Por tanto, hubieran sido 4 en abierto, 4 de pago, y 8 en diferido Este año, 8 en abierto, 8 de pago, y ninguno en diferido. Más partidos, más audiencia, mejor para las televisiones (excepto para TVE que, se supone, ya no puede hacer negocio con la publicidad) y mejor para la UEFA, que pide más dinero a cambio.

Si no has logrado entenderlo del todo, quien escribe lo apunta en su debe. Pero una cosa sí es clara: el número de partidos de la Liga de Campeones es el mismo que el del año pasado. ¿Dónde está el descanso?  Y lo que es aún más notorio: la pérdida de emoción de la mayor competición de clubes del mundo. Años atrás, hubiera sido casi impensable que partidos de Ligas locales e incluso de UEFA se hubieran jugado el mismo día que uno de Liga de Campeones, que monopolizaba la actualidad deportiva todos los martes y miércoles. Así ocurrió el martes 23 con un Manchester United-Ham, mientras que Barcelona, Stuttgart, Olimpiakos y Girondins se jugaban su futuro europeo. O una semana antes, con un Everton-Sporting de Portugal de Europa League coincidiendo, por ejemplo, con el Lyon-Real Madrid.


La pérdida de emoción es evidente, pese a que los audimetros digan lo contrario (sólo en los casos de Real Madrid y Barcelona). Un caos organizativo que, como el partido de los lunes, no beneficia ni a jugadores ni a afición. Sólo a los de siempre. A los dueños del fútbol moderno. 

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