jueves, 15 de enero de 2009

Distinto rasero.

Imaginen que, después de lo que está pasando en el Real Madrid, Ramón Calderón no convoca elecciones en 2010, fecha que debería fijarse para tal efecto como establecen los estatutos. Imaginen que, además, declara que no tiene intención de celebrarlas. Acto seguido, destapa que el Real Madrid posee una deuda que le llevará a la quiebra a corto plazo si no adopta la forma de Sociedad Anónima Deportiva. Calderón “compra” la mayoría de las acciones y se hace dueño único del Madrid, quitándoselo a su patrimonio más importante: los socios.



¿Quién podría sospechar de un hombre tan campechano como este?

Comienzan las sospechas de fraude, y, días, semanas, meses o años después, se destapa todo el entuerto. No existía tal deuda, la cual se inventó y se infló. Luego, resulta que Calderón no pagó por las acciones del Madrid ni un solo euro. Para rematarlo, sume al equipo de Chamartín en su peor crisis deportiva e institucional. Hace desaparecer “la fábrica”, y la súper laureada sección de baloncesto. Sume a la institución en varias causas judiciales. La Guardia Civil entra en el estadio, un juez se hace cargo del equipo, y Calderón pasa semanas en la cárcel. Sale de ella, el Madrid desciende a segunda, no recupera la categoría hasta 2 temporadas después, y, una vez recuperada, no consigue dejarlo más allá de la mitad de la tabla. El Tribunal Supremo le condena, entre otras cosas, por apropiación indebida, pero sigue sin marcharse al prescribir el delito. Vende a Iker Casillas a un equipo inglés por 30 millones, y el estadio Santiago Bernabéu por 0 € a cambio de otro del que no será titular del suelo. Y continúan sin llegar los títulos, 13 años ya.


Parece ciencia ficción, ¿verdad? Pero como ya se habrá percatado, y si no, le refresco la memoria, esto es lo que ha sucedido en el Atlético de Madrid desde 1992. El otro día, Jose Antonio Abellán, director y conductor de El Tirachinas en la COPE, dijo que nunca había visto nada tan escandaloso en su vida como lo que está pasando con Calderón. ¿Se le ha borrado la memoria con tanta obcecación (merecida) con el presidente madridista? ¿O no interesa recordar? ¿Por qué nadie investiga las interioridades de la gestión de Gil Marín? Es lamentable el distinto rasero con el que se tratan a unos y a otros. Uno, linchado. Gil Marín y Cerezo, riéndose del resto y ahogando a una institución centenaria con la complacencia de la prensa.


Gil padre y Gil hijo, ante el juez, en una de las muchas causas en las que implicaron al Atlético.




1 comentarios:

Anónimo dijo...

vaya Ropero,por unos segundos creí estar leyendo uno de mis sueños....


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