miércoles, 17 de noviembre de 2010

Jesús

A mediados de 1969, se abrió un gran salón de fiestas, para bodas, bautismos y convenciones, en la sierra española de Guadarrama. En pleno banquete de inauguración, se hundió el piso, se derrumbó el techo y los invitados quedaron sepultados bajo los escombros. Hubo cincuenta y dos muertos. El local había sido construido con subsidios del Estado, pero sin licencia oficial, ni proyecto registrado, ni arquitecto responsable.

El propietario y constructor del efímero edificio, Jesús Gil y Gil, marchó preso. Pasó entre rejas dos años y tres meses, a quince días por muerto, hasta que fue indultado por el generalísimo Franco. No bien salió de la cárcel, Jesús regresó a sus negocios y continuó sirviendo al progreso de la patria en el ramo de la construcción.



Algún tiempo después, este empresario se hizo dueño de un club de fútbol, el Atletico de Madrid. Gracias al fútbol, que lo convirtió en personaje de la televisión y le dio popularidad, Jesús pudo abrir camino a su carrera política. En 1991, fue electo alcalde de Marbella, con la mayor votación de España. En su campaña electoral, prometió que limpiaría de rateros, borrachos y drogatas este centro turístico consagrado al sano esparcimiento de jeques árabes y mafiosos internacionales especializados en el tráfico de armas y de drogas.

El Atlético de Madrid continúa siendo la base de su poder y de su prestigio, aunque el equipo pierde con demasiada frecuencia. Los directores técnicos no duran más que un par de semanas. Jesús Gil y Gil consulta el asunto con su caballo Imperioso, un corcel albo y muy semental:
- Imperioso, hemos perdido.
- Lo sé, Gil.
- ¿Quién tiene la culpa?
- No lo sé, Gil.
- Sí que lo sabes, Imperioso. La culpa es del técnico.
- Pues échalo.


Fragmento del libro "El fútbol a sol y a sombra", de Eduardo Galeano (1995).

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