domingo, 2 de noviembre de 2008

El método Wenger

por Juan Antonio Parejo - Firma Invitada

Si usted, lector, además de amante de las casas de apuestas es sensato, no apostará ni medio euro por el Arsenal para la presente edición de la Champions. Apueste por el Inter o el Chelsea por ejemplo. Muy probablemente, tampoco gane la liga. Para los resultadistas o amantes del arte capelliano de ganar como sea con grandes dosis de aburrimiento, pierna fuerte, músculo y alguna aparición mariana, este equipo será el perfecto perdedor. Romántico, encantador , pero condenado a no ganar. Razón tampoco les faltará. Pero si Wenger y su equipo tiene tantos seguidores es por algo que va más allá de los números…


Uno cuando piensa en el fútbol desde pequeño lo imagina lleno de goles y regates imposibles, de pases, control, movimiento y velocidad. Piensa en la escuela de Cruyff creada en Holanda, en el Ajax y en el Barça, en el Milán de Sacchi, en la (¿por qué no?) España de la última Eurocopa…y en el Arsenal de Wenger, desde los tiempos de Bergkamp hasta los de ahora de Fábregas. Porque siempre proponen el mismo estilo, rápido, atrevido, vistoso, vertical. Utiliza el contraataque sólo como consecuencia del ataque y no como fin del juego, rechaza el tradicional patadón inglés. Todo muy estético, para lo que ha contado con jugadores como Pirés, Overmars, Bergkamp, Ljunberg, y por encima de todos ellos, el gran Thierry Henry, delantero único por sus condiciones técnicas y por su velocidad, así como por su elegancia y gran disparo. Sí, se trata del mismo delantero que ahora se arrastra por la banda izquierda del Camp Nou. Para hacer frente a los nuevos tiempos cuenta con algunos jugadores interesantes como Van Persie, Nasri ,Adebayor y en especial Fábregas, la extensión de la mano de Wenger sobre el césped, la representación de su idea de este juego : técnico, dinámico, constante, veloz…


El problema de este equipo es que por culpa de su “espíritu de Peter Pan”, por su romanticismo y muchas veces la ingenuidad de su juego, rivales más ásperos y más graníticos, le pasarán la mano por la cara. Una buena muestra de ello es el plomizo Liverpool del año pasado, que le eliminó a pesar de jugar infinitamente peor, pero contra la fina esgrima de los gunners, peleó con fusiles y tanques, rehusando el duelo de caballeros de Wegner por una pelea barriobajera de navajas y bates de béisbol. En once temporadas, apenas ha ganado tres ligas, y en Europa casi siempre ha fracasado, aunque todavía hoy los culés se acordarán de todo lo que sufrieron aquella noche de mayo de 2006 y lo rápido que corría el reloj…


Pero más allá de todo esto, el Arsenal hoy es un equipo reconocible en todo el mundo, con unas señas de identidad siempre reconocibles, ya juegue contra el Real Madrid o el Stoke City. Quizás esta sea su mayor reconocimiento, que todos, con algunos rivales incluidos, intentemos no perdernos ni un solo partido suyo. Hace no mucho, Santiago Hernán Solari decía que la mayor victoria de Wenger era que todos los futbolistas del mundo “desearían jugar para él”. Pues sí, puede que ese sea un triunfo más importante que tantos muchos otros.

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